Más Negro que la Noche
por Israel Crens
"Una película es (o debería ser) como la música. Debe ser una progresión de ánimos y sentimientos. El tema viene detrás de la emoción, el sentido, después".
Stanley Kubrick (1928-1999) Director, guionista, productor y fotógrafo estadounidense
El género de cine de terror en la actualidad ha estado expuesto a unos cambios tan desdeñables que éstos por sí mismos, causan horror más que la intención del filme en cuestión. La trama trillada, el exceso de efectos (tanto auditivos como visuales), han causado -lejos de un sobresalto en el transcurso de la película-, ser una ensalada imposible de situaciones absurdas que nos colocan en el asiento pensando que quizá fue muy errado poner expectativas altas en un filme que prometía de inicio, propinarnos un buen susto.
La desmedida demanda de cintas de este tipo, ha sido sobre explotada por el comercialismo estadounidense. Dando por resultado un cine pobre, de baja calidad, producciones mal concebidas, elencos clase B, (hay excepciones) y que en general después de ver semejantes pastiches y pasado el aturdimiento, le queda a uno el sabor a vil centavo en la boca y la trágica sensación de haber sido timado por casi dos horas del tiempo de nuestras vidas.
Si bien hay cine de culto en el género de terror internacional, existen aquellos filmes que no solo han cumplido cabalmente la expectativa; han logrado causar miedo. Sí. Ese miedo que es remanente y que a pesar de tratarse de una ficción, nos deja en el pensamiento la duda si deberíamos deambular por la casa pasadas las tres de la mañana o recorrer sitios que sería mejor dejar pasar por alto.
El genial Maestro Carlos Enrique Taboada fue unos de los pioneros en lograr este tipo de sensaciones en su saga de filmes de terror mexicano.
Notable figura del séptimo arte, Taboada llevó sus ideas, sus temores, sus miedos profundos y los compartió con el mundo.
El estar limitado de presupuesto, adelantos tecnológicos no fueron impedimento para que realizara cabalmente cuatro filmes: Hasta el viento tiene miedo (1968), El Libro de Piedra (1968), Más negro que la noche (1975) y Veneno para las Hadas (1984) y un filme que quedó inconcluso y/o parte del material extraviado, Jirón de Niebla (1988-1989). Películas que hoy son consideradas joyas -y por ende-, filmes de culto.
Tristemente vemos que pese a los adelantos actuales para las producciones cinematográficas, existen pocas cintas que son dignas de mención en el rubro del terror, cine de miedo, horror, horror gótico o géneros similares.
En Más Negro que la Noche, encontramos a un minino como protagonista. Y aunque sus apariciones son esporádicas (su rol y presencia casi intangible pero determinante), desencadena la serie de eventos en el transcurso de la trama. Es precisamente ahí, donde radica el secreto del filme.
La Tía Susana (Tamara Garina), hace el antagónico del papel del gato Becker. Siendo que el felino padece las consecuencias de tener a cuestas una herencia que le implica unas huéspedes inesperadas (no incluidas en el testamento de la Tía Susana) y añadidas por la heredera universal, su sobrina Ofelia (Claudia Islas). Lo que provoca a la postre los eventos de un espectro en pos de la venganza.
Y es precisamente en este punto, que al satanizar al animal por tratarse de un gato negro (pese a que la única condición encarecida que deja la Tía Susana es que cuiden de él), y que no les es grato al resto de las amigas de la heredera Susana; observamos que el indefenso gato es el detonante de los devastadores sucesos que vendrán tras la injusticia que se comete en su ser por el resto de las inquilinas de la mansión.
El desempeño del ama de llaves Sofía (Alicia Palacios), es por mucho, la mejor interpretación de todo el filme. Sin dejar y restar mérito al resto del elenco, que, aunque su belleza es un guiño extra de Taboada en sus filmes, se trataba de actrices de profesión. Susana Dosamantes (Aurora), Helena Rojo (Pilar), Lucía Méndez (Marta) y en papel secundario, Pedro Armendaríz Jr. (Roberto) y Julián Pastor (Pedro).
Sofía, como ama de llaves, es el enclave justo y preciso para mantener una ecuanimidad entre las nuevas habitantes de la casa. Y trata de equilibrar la falta de clase, ética, buen gusto y costumbres que la fallecida dueña había establecido como normas básicas de una educación ya casi extinta, misma de la que carecen las amigas de la heredera Ofelia.
Y no es de sorprender que sea la misma Sofía quien se percata de que la situación se sale de control. Y las consecuencias que tendrá el no haber acatado las estrictas órdenes, pero simples, de la Tía Susana. Inevitablemente el miedo que flota en el ambiente es presagio de la desgracia próxima.
La mano y genial visión de Taboada, nos permite posicionar a los elementos del filme en jerarquías. Pero que en el transcurso de la película, los roles protagónicos se suceden de forma tan exacta y sincronizada, que es como una fina maquinaria de reloj. Y todo sin olvidar que el eje que sustenta todo, es el gato Becker.
Otro de los aciertos del filme, es hacer el máximo desarrollo en la mansión, pero dada la situación entendida que una persona que ya trascendió (su alma o espectro sin descanso aún), no debe estar limitada por la física de los seres vivos. Esto permite dar un enfoque fresco al salir del entorno de la casa y saber que los sucesos pueden acontecer más allá de los muros del epicentro donde se originó el mal.
Tomando en cuenta todo lo que la cinta de Taboada representa, no siempre el éxito de un filme es buen augurio para un remake. La nueva versión del año 2014 careció prácticamente de todo. Y aunque es incomparable, es menester proporcionar la crítica adecuada.
La ausencia de creatividad de la nueva versión, su limitado guión y un supuesto "talento" actoral, denotan un tremendo choque generacional de como hacer cine y ver las bases anteriores de forma distorsionada
Los millenials a su forma de ver, hacen creer que la vieja escuela es un museo del anacronismo, y con filmes de esa catadura, nos damos cuenta que no siempre las nuevas tendencias o las vertientes juveniles en boga son lo acertado. Y caemos en cuenta que las generaciones anteriores maduraron muchos aspectos de conocimiento general, talento nato. Mismos que hoy no se reflejan en nuevas creaciones bajo dirección de gente más joven.
Dejando de lado las obras insulsas que se pierden en el olvido por su intrascendencia y falta de imaginación, no debemos permitir que eso afecte el amado legado del Maestro Taboada que es suyo por mérito propio. Y que lamentablemente, es una fina escuela de hacer cine que se ha ido perdiendo no sólo en México.
Pocas son las producciones que tienen un galardón en el género de terror. Un género complicado de realizar, sí. Entonces el peso de un guión, una dirección y una brillante idea es la que supera producciones bubble gum. Dicho de otra forma, de chicle, de úsese y tírese.
El resultado del abuso de efectos, gritos, sangre y movimientos repetitivos y rápidos al puro estilo hollywood no asustan a nadie y son absolutos palomazos dignos de un domingo aburrido en casa. Aunque para bien, aún logran hacerse trabajos finos, de gran calidad y que representan lo que ostentan en un tráiler o en un afiche.
The Woman In Black (1989), The Changeling (1980), Amityville II: The Posession (1980), The Shinning (1980), The Excorcist (1973), The Posession (1981), The Omen (1976), Rosemary's Baby (1968), It's Alive (1974), La Tía Alejandra (1979), Poltergeist (1982), 100 Gritos de Terror (1965), The Thing (1982), Dolls (1987), It Follows (2014), The Witch (2015), The Boy (2016), son algunos ejemplos de que el cine de terror no debe ser un abuso de recursos tecnológicos y que pueden hacerse obras maestras.
Así, nuestro querido Carlos Enrique Taboada dejó un importante legado cinematográfico a nivel internacional. Una escuela que esperemos en un futuro prospere y nos de nuevas expectativas en la butaca, una permanencia voluntaria en nuestro cinema de casa y claro, en cualquier noche tormentosa.
Ya sea solo, acompañado o con presencias ultraterrenas y ajenas a nuestro espectro visual.
Israel Crens
Cinegrafía
Walnut Street Ediciones ®
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